Durante el día y la tarde los compañeros fueron apoyando a sus fieles aliados y regresaban con unos cuantos para su batalla. Anochecía lentamente, poco a poco las antorchas iban encendiéndose. Y al estar todos los presentes se dirigieron al campo de batalla.
Iba a ser una batalla sencilla, ni siquiera sabían si podrían combatir todos y si no pudieran a quien se merecía poder luchar, ya que todos deseaban poder combatir.
Enemigo era muy inferior a ellos y en cantidad los valientes cristianos les sobrepasan casi cinco veces. La batalla no duro ni media hora y tampoco se dispusieron a disfrutar de la victoria. Se despidieron y cada uno se marcho a su cofradía o a la ciudad a buscar un lugar don de descansar.
Escrito por:
Zabale, Amazona de la Orden
Zabale, Amazona de la Orden
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