Aún es oscuridad en el campamento, las fogatas aun destellan en brasas, el sol debe estar por iluminarnos pero la espesa niebla tempranera hace pesadumbroso el amanecer, se oye el grito gutural de la pardela cenicienta, significa que no estamos lejos de la costa y que nuestro destino se encuentra próximo.
Con el sereno, nuestras pieles se encuentran húmedas así que podremos limpiarnos un poco la cara y las extremidades que por el frío se encuentran aun entumecidas y pálidas. Los jóvenes aun duermen, con dolores en sus cuerpos por la poca costumbre a la batalla, cayeron en brazos de Morfeo los primeros y aun les costara levantarse, otros en cambio lleva despiertos horas, con la mirada perdida entre los claros del bosque, pensando aun en la ventura del día anterior y en los ojos del sarraceno enmascarado, una mirada que turba al pensar que los largos y poderosos brazos del Islam puedan corrompen las vidas de los ya atormentados habitantes de las villas y pueblos por los vanos intentos de normandos y vikingos de doblegar esta isla que al fin y al cabo no es mas que otra roca altiva que sobresale en el mar como desafiando el envite de las olas del traicionero mar del norte.
Una hora mas tarde hasta el mas rezagado esta en pie y terminando el fardo para cargar a lomos de su jamelgo; abandonamos el claro del bosque por medio de un camino amplio que se estrecha al llegar a un desfiladero por el que en primavera desemboca un riachuelo, caminamos por el borde de un acantilado plagado de verde pasto, a la derecha el mar, a la izquierda planicie, y enfrente la niebla que se disipa con el calor de la mañana mostrándonos el castillo del dragón que se muestra bello cual doncella reclinada contra el viento con sus pendones y banderas a modo de cabellos sueltos, y sus altas torres del homenaje como brazos al cielo que claman un amor correspondido.
Su amor, nuestra lealtad, y como a joven doncella, nos alegramos de verla, tanto que a algún que otro que no la había visto, llora y se inclinan ante su arquitectura, también, como se haría frente a la bella dama.
La estructura esta fundada en roca viva, sus cimientos son parte del acantilado y se alzan torres en cada una de sus cinco esquinas, ningún muro mas grande que el otro, ninguna torre mas alta que la otra, la igualdad es la piedra angular de Camelot, la fuerza intrínseca de nuestra orden, de todas las hermandades triunfadoras es la piedra angular, la clave para la victoria, la piedra rosetta con la cual la estrategia se vuelve simple.
Cuanto mas nos acercamos a su pórtico principal, mas imponente resulta su imagen, los canalones que surgen de las almenaras aun están teñidos con la brea incandescente vertida por ellos la ultima vez que hordas paganas intentaran sobrepasar sus murallas, pocos pasos mas y a nuestro alcance quedara la gran puerta de madera y reforzada con hierro, enclavada en ella un gran circulo de metal tachona su centro, dentro del cual, numerosas espadas apuntan al centro. Sobre la puerta, un enorme dragón en piedra tallada observa los corazones de cuantos *censurado*tran en la fortaleza. La puerta se abre produciendo un quejido en sus bisagras comparable al de un anciano aquejado del mal de espalda, solo que este ruido es producido por su rigidez y no por fragilidad.
Al entrar lo primero que se encuentra son amplios jardines a los lados junto a los que se forman varias hileras de puestos en los que el comercio hierve y el pueblo se alimenta.
Con el sereno, nuestras pieles se encuentran húmedas así que podremos limpiarnos un poco la cara y las extremidades que por el frío se encuentran aun entumecidas y pálidas. Los jóvenes aun duermen, con dolores en sus cuerpos por la poca costumbre a la batalla, cayeron en brazos de Morfeo los primeros y aun les costara levantarse, otros en cambio lleva despiertos horas, con la mirada perdida entre los claros del bosque, pensando aun en la ventura del día anterior y en los ojos del sarraceno enmascarado, una mirada que turba al pensar que los largos y poderosos brazos del Islam puedan corrompen las vidas de los ya atormentados habitantes de las villas y pueblos por los vanos intentos de normandos y vikingos de doblegar esta isla que al fin y al cabo no es mas que otra roca altiva que sobresale en el mar como desafiando el envite de las olas del traicionero mar del norte.
Una hora mas tarde hasta el mas rezagado esta en pie y terminando el fardo para cargar a lomos de su jamelgo; abandonamos el claro del bosque por medio de un camino amplio que se estrecha al llegar a un desfiladero por el que en primavera desemboca un riachuelo, caminamos por el borde de un acantilado plagado de verde pasto, a la derecha el mar, a la izquierda planicie, y enfrente la niebla que se disipa con el calor de la mañana mostrándonos el castillo del dragón que se muestra bello cual doncella reclinada contra el viento con sus pendones y banderas a modo de cabellos sueltos, y sus altas torres del homenaje como brazos al cielo que claman un amor correspondido.
Su amor, nuestra lealtad, y como a joven doncella, nos alegramos de verla, tanto que a algún que otro que no la había visto, llora y se inclinan ante su arquitectura, también, como se haría frente a la bella dama.
La estructura esta fundada en roca viva, sus cimientos son parte del acantilado y se alzan torres en cada una de sus cinco esquinas, ningún muro mas grande que el otro, ninguna torre mas alta que la otra, la igualdad es la piedra angular de Camelot, la fuerza intrínseca de nuestra orden, de todas las hermandades triunfadoras es la piedra angular, la clave para la victoria, la piedra rosetta con la cual la estrategia se vuelve simple.
Cuanto mas nos acercamos a su pórtico principal, mas imponente resulta su imagen, los canalones que surgen de las almenaras aun están teñidos con la brea incandescente vertida por ellos la ultima vez que hordas paganas intentaran sobrepasar sus murallas, pocos pasos mas y a nuestro alcance quedara la gran puerta de madera y reforzada con hierro, enclavada en ella un gran circulo de metal tachona su centro, dentro del cual, numerosas espadas apuntan al centro. Sobre la puerta, un enorme dragón en piedra tallada observa los corazones de cuantos *censurado*tran en la fortaleza. La puerta se abre produciendo un quejido en sus bisagras comparable al de un anciano aquejado del mal de espalda, solo que este ruido es producido por su rigidez y no por fragilidad.
Al entrar lo primero que se encuentra son amplios jardines a los lados junto a los que se forman varias hileras de puestos en los que el comercio hierve y el pueblo se alimenta.
Al fondo un arco de pequeñas casas adosadas algunas a los propios muros, contienen tanto tabernas como posadas, barberías, herrerías, caballerizas y todo tipo de estructuras necesarias para mantener la maquinaria bien engrasada. Tras estos tumultuosos recintos, se alza otra muralla mas en forma cóncava por si el invasor lograra algún día traspasar la primera muralla, se encontraría con una multitud de puntas de flechas apuntando a su sucio corazón desde los puestos preparados entre las almenas. Detrás dos fortines flanquean la estructura central coronada con las dos torres del homenaje.
Amra, fhugop y Delaos caminan por el bazar buscando buenas piedras de afilar para ir preparando el viaje de vuelta al viejo continente, al doblar el segundo puesto de víveres se ven en frente de una muchedumbre arremolinada en torno a dos hombres, sin dudarlo empujan a los mas débiles para colarse en primera fila y enterarse del motivo de la gresca. Ahí estaba un servidor, con un ojo morado y el labio roto y ensangrentado, el otro, uno al que no le gusto una de mis picarescas canciones que rozaba la realidad en la mujer de su persona, al verse ofendido tomo la represalia de tomarla con el autor si saber que todo fue pura coincidencia, todo termina cuando finjo resbalarme sobre el y con un ágil movimiento de rodilla dejo a su progenie dañada por meses, al fin y al cabo no todo debe ser fuerza bruta, la táctica es fundamental en el arte de la guerra.
Ese día entro a formar parte de la gran hermandad de los caballeros de Camelot, eso si, después de haber pasado la ardua prueba de vencer a todos los veteranos en un duelo a beber pintas de cerveza, como siempre, el iniciado pierde.
Amra, fhugop y Delaos caminan por el bazar buscando buenas piedras de afilar para ir preparando el viaje de vuelta al viejo continente, al doblar el segundo puesto de víveres se ven en frente de una muchedumbre arremolinada en torno a dos hombres, sin dudarlo empujan a los mas débiles para colarse en primera fila y enterarse del motivo de la gresca. Ahí estaba un servidor, con un ojo morado y el labio roto y ensangrentado, el otro, uno al que no le gusto una de mis picarescas canciones que rozaba la realidad en la mujer de su persona, al verse ofendido tomo la represalia de tomarla con el autor si saber que todo fue pura coincidencia, todo termina cuando finjo resbalarme sobre el y con un ágil movimiento de rodilla dejo a su progenie dañada por meses, al fin y al cabo no todo debe ser fuerza bruta, la táctica es fundamental en el arte de la guerra.
Ese día entro a formar parte de la gran hermandad de los caballeros de Camelot, eso si, después de haber pasado la ardua prueba de vencer a todos los veteranos en un duelo a beber pintas de cerveza, como siempre, el iniciado pierde.
Escrito por:
Gabriel IV, Bardo Real